La magnitud de los hechos así como los autores de estos textos, escritos entre el polvo, los escombros y el olor a sangre fresca, son exponentes testimoniales de Occidente y denuncian las circunstancias del costo de su poder, y la preponderancia e influencia de un Estado Israelí en los núcleos determinantes del mismo (prensa local, internacional, EEUU). Estas crónicas, escritas la primera en Beirut en 1974, entre las ruinas de las aldeas libanesas; la segunda también en Beirut en 1982, tras la masacre en los campamentos de Sabra y Chatila; y la tercera en Gaza en 2009, luego de la operación del ejército israelí Plomo Fundido, junto con una selección de poesía que recoge la palabra del pueblo palestino, son testimonio de siglos y de la actualidad latente de las masacres y el conflicto, la muerte sistematizada y el derecho a la vida, a una cultura, y a la autodeterminación de un pueblo.
